Una de las personas que ha influenciado en mi vida y el ministerio ha sido mi amigo Franco Ikebata, ahora el esta en USA y nos sigue compartiendo sus aventuras:
Una mirada calmada
Este episodio trata de lo más impactante desde que llegué a los Estados Unidos. Esta vez, dejo atrás las comparaciones entre el tránsito vehicular de aquí y allá, lo que hay aquí y no hay allá y viceversa, sino que quiero enfocar este escrito en algo que nunca va a dejar de impresionarme, y claro que gratamente; es mi esposa María, por quién decidí salir de la comodidad de una vida rutinaria y relativamente fácil, para venirme aquí, a Estados Unidos y pasar por las torpezas, peripecias y aventuras que bien valieron la pena. Todo lo que hasta ahora he pasado no es triste, por el sólo hecho de que al final puedo estar al lado de mi amada.
Ella cumplió años el 18 de Marzo, las fotos de ese día están geniales, más que por la familia, por ella, se hizo un peinado que le hacía gala para una ocasión tan especial. Alguna vez escuché a una misionera decir que las mujeres necesitan ese toque de vanidad personal, pues en mi opinión, no creo que se trate de vanidad sino de sentirse bien consigo mismas y así también honrar a Dios. Sólo imagínense si en esta sociedad el impacto que logra una buena presencia para poder ser receptivos al evangelio.
En esas fotos, que recién pude ver cuando llegué, me sentí orgulloso de tener como esposa a la mujer más bella del planeta, y con toda seguridad de todo el universo. Se veía radiante, claro que ese día no pude tomarme ni una foto con ella, tan sólo nos llamamos, pero con la alegría de saber que pronto nos encontraríamos. El peinado que se hizo para esa vez era increíble, resaltaba mucho más su femineidad, dejando en claro que cuando Dios hizo a la mujer la hizo bella, pero cuando me dio una esposa me dio lo mejor que tenía reservado para mi. No es una modelo, sino que es LA modelo para mi vida.
En realidad, el pensar que no la tenía a mi lado me ponía por demás triste, pero el pensar que estaría a su lado, como mencioné, parchaba toda carencia y suplía los recursos anímicos suficientes como para dejar a mi espíritu con una alta expectación, ya que la vería muy pronto.
Como mencioné en la primera entrega, al llegar al aeropuerto y verla, fue la visión más refrescante que mi alma pudo tener, luego de una separación de cómo cinco meses. Ella estaba con esa mirada que aplacaría todas mis necesidades, y, el hambre y sed que tenía hasta ese momento se esfumaron con solo verla. Radiante como ella sola, se había teñido el cabello más algunas iluminaciones, siempre con un maquillaje que resalta la naturalidad de su rostro, por lo que se me hace más bella aún; siempre con vestimentas informales y cómodas, como la recordaba. No se puso aretes, pero su rostro resaltaba mucho. Cuando la abracé, dejé atrás toda molestia que pude haber tenido por los eventos del trayecto y aún por todo el tiempo que no estuvimos juntos; ella es a quien me debo y con quien soy feliz. Y claro que quiero que ella también sea y esté feliz a mi lado, y al igual que como yo sentí cuando la abracé. Estoy plenamente convencido que la amo y tampoco me quedan dudas de su amor hacia mi.
Ella es la partícipe de mis nuevos rumbos. Con Mary, como me gusta llamarla, he salido a conocer (o pataperrear) algunos lugares de por aquí. Fue ella quién me guió al Museo del Holocausto y con ella disfruté el festival de las flores de cerezo (sakura para quienes entienden japonés); con ella también disfruto de algunas salidas que propone la familia, y estoy convencido de que, me gustaría conocer muchos lugares más, a los cuales siempre me invitan, pero que no acepto porque quiero disfrutarlos con mi esposa, y si ella no puede, yo no voy. No soy un turista común y corriente que ha llegado a un lugar para conocer, sino un amante esposo que en primer lugar quiere pasar con su esposa el mayor tiempo posible. Invitaciones para conocer otras ciudades tengo, dado que tengo amistades (y muy entrañables) aquí, pero en principio, no vine a conocer USA, que supongo que se dará en su debido momento, sino que vine a encontrarme con mi tesoro, mi reina, mi amor, mi Mary, mi esposa. Y tengo la dicha de que todos los nombres anteriores (aunque algunos quieran denominarlos adjetivos), para mi son sustantivos que ella tiene en mi vida, sustantivos que detallan aspectos de ella pero que sobre todo reflejan lo que ES ella, más que lo que ella significa.
Mi razón de estar aquí, además de cumplir con un papeleo legal, el de obtener y ser un residente norteamericano, para poder así, disfrutar de viajes junto a mi esposa, porque hemos tenido tantas separaciones que a la verdad, debo reconocer que han retrasado mi vida y aprendizaje de casado que, aún cuando nos alegramos de estar juntos, a veces se me sale lo cavernícola que puede ser un soltero, que persigue metas personales antes que metas matrimoniales o ayudar en las metas de mi esposa, o como un novel y torpe recién casado que no reconoce los detalles que a ella le gustan, esas cosas que le ponen sabor a nuestra relación que va más, pero mucho m[as allá de la unión sexual. Debo confesar que en estos días, he sentido (y mi esposa más aún) el impacto del tiempo que no pasamos juntos, porque así como el metal se afila con un metal, o sólo un diamante es capaz de cortar a otro diamante, este hombre sólo se puede afinar con su mujer al lado. Por momentos sé que la he lastimado, pero en mi torpeza, porque NUNCA (y eso lo juro) he querido, quise, quiero o querré lastimarla, pero mis torpezas cuestan; gracias a Dios que tengo una esposa genial, mi ayuda idónea que me ayuda a ver mis errores, y poder enmendarlos es mi mejor forma de recordarle que la amo. Cada momento que pasamos juntos, hasta el sólo hecho de poder sentarme a la mesa a comer con ella, es un refrigerio a mi alma, más aún cuando entiendo que la dinámica de este país post moderno impide muchas veces que las relaciones matrimoniales puedan alimentarse o sostenerse de manera consistente, así que el esfuerzo de llegar aquí bien vale la pena para poder alimentar nuestra relación y así acrecentar y perfeccionar nuestro amor entre María y yo.
Es definitivo que de ella se adornarán muchos de estos escritos, y es lo más probable que algunos capítulos más vayan dedicados a ella, pero les pido comprensión porque ella es el motivo de mi presencia aquí y la razón de mi vida. Si dejara de hacer otras cosas es porque quiero darle lo mejor a ella; si dejo de redactar es porque estoy haciendo otras cosas que también son importantes, y muchas de ellas, trascendentes para nuestra relación que nos toca seguir construyendo. Si alguna semana no reciben ninguna entrega de este tipo, no es que no haya qué contar, sino que estoy dedicado en mi primer ministerio: mi familia, mi esposa, a quien amo profundamente y he querido dedicarle este, si es que no muchos otros “capítulos” de mis historias usanas. Este capítulo tiene nombre, se llama María, y no por copiar a Jorge Isaacs, sino porque mi esposa se llama así; a ti, mi amor, te dedico cada escrito y este capítulo en particular, te amo.
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